El arte que nace en la intimidad y la soledad, desde lo más profundo del alma del artista, reflejo de una mirada introspectiva, pide a gritos ser compartido. No se aguanta tanta ausencia de del otro, tanto vacío y orfandad.
El artista es como un niño que le teme a la oscuridad y que busca angustiado la luz y la presencia. Como niño juega con los colores, se limpia con las mangas, se seca sus soledades en los bordes y se desparrama en el espacio en donde se expresa.
Acosado por imágenes que lo desbordan -que me habitan y buscan salir- los fantasmas piden ser puestos afuera: quieren ser exorcisados. Los otros, aquellos que vienen desde el lado más salvaje -más fauve- apelan a la creatividad y en candente búsqueda se cuelan en la materia. Sin embargo, si solo somos materia no somos nada.
J.S.
El artista es como un niño que le teme a la oscuridad y que busca angustiado la luz y la presencia. Como niño juega con los colores, se limpia con las mangas, se seca sus soledades en los bordes y se desparrama en el espacio en donde se expresa.
Acosado por imágenes que lo desbordan -que me habitan y buscan salir- los fantasmas piden ser puestos afuera: quieren ser exorcisados. Los otros, aquellos que vienen desde el lado más salvaje -más fauve- apelan a la creatividad y en candente búsqueda se cuelan en la materia. Sin embargo, si solo somos materia no somos nada.
J.S.